El problema de la fotorrespiración
queda resuelto en algunas plantas mediante una ruta alternativa de fijación del
carbono. En estos casos, la anulación de la vía fotorrespiratoria tiene lugar
mediante un mecanismo de fijación de CO2 previo al ciclo de Calvin que,
combinado con ciertas peculiaridades bioquímicas, anatómicas y fisiológicas de
estas plantas, logra aumentar la concentración de CO2 en las inmediaciones de la enzima
RuBisCO y así desplazar fuertemente la actividad de esta enzima hacia la
carboxilación.
En estas plantas, el primer paso de la
fijación de carbono es la unión del dióxido de carbono a una molécula llamada ácido fosfoenolpirúvico (PEP), formando un ácido de cuatro
carbonos llamado ácido oxalacético. Hay dos grupos
de plantas que utilizan esta alternativa, las plantas C4 y las plantas CAM.
Las restantes especies, en las que el CO2se fija para formar el
compuesto de tres carbonos llamado ácido fosfoglicérico (PGA), se conocen como plantas C3.
Plantas
CAM
La sigla CAM es empleada como abreviación de la equívoca expresión
inglesa Crassulacean Acidic Metabolism, que puede ser traducida al
español como metabolismo
ácido de las crasuláceas.
Esta
denominación se acuñó dado que en un principio este mecanismo únicamente fue
atribuido a las plantas pertenecientes a esta familia, es decir, a las
Crasuláceas. No obstante, en la actualidad se conocen a varias especies de
plantas CAM, que pertenecen a diferentes familias de plantas crasas o
suculentas (Crassulaceae, Cactaceae, Euphorbiaceae, Aizoaceae son tan sólo
algunos ejemplos).
Como
ha sido mencionado, las plantas CAM se encuentra perfectamente adaptadas a las
condiciones de aridez extremas, por lo que resulta lógico que sus estomas se
abran durante la noche, para evitar en la medida de lo posible la pérdida de
agua por transpiración, fijando dióxido de carbono en oscuridad por una
reacción de carboxilación de PEP (ácido fosfoenolpirúvico) catalizada por PEP
carboxilasa en el citosol.
Como
resultado se produce la formación de oxalacetato y malato que es almacenado en
la vacuola, sobreviniéndose una acidificación nocturna de la hoja. El malato
almacenado en la vacuola es liberado durante el día mientras los estomas
permanecen cerrados, siendo llevado al cloroplasto. Una vez en el orgánulo
mentado, el malato es descarboxilado por la enzima málico NADP dependiente y el
dióxido de carbono que se desprende es fijado en el ciclo de Calvin.
El
ácido pirúvico se convierte nuevamente en azúcares, para finalmente convertirse
en almidón. La fijación y reducción del carbono en las plantas CAM presenta
unos requerimientos energéticos, en términos de ATP, mayores que en las plantas
C3 y C4; su rendimiento fotosintético por unidad de tiempo es menor y su
crecimiento es más lento. Como consecuencia de la adaptación de estas plantas a
sus hábitats extremos, los mecanismos que regulan el equilibrio entre
transpiración y fotosíntesis están encaminados fuertemente hacia la
minimización de las pérdidas de agua, asegurando así la supervivencia en el
medio desértico, aunque a costa de una menor productividad.
También
se tiene constancia de la existencia de plantas que poseen la capacidad de
adaptar su metabolismo a las condiciones ambientales de modo que pueden
presentar un ciclo CAM de carácter adaptativo, es decir, aunque se comportan
como C3 pueden inducir el ciclo CAM cuando están sometidas a ciertas
circunstancias. Son las denominadas CAM facultativas, siendo ejemplo
representativo de ellas la Mesembryanthemum
crystallinum, la cual realiza ciclo C3 en condiciones normales de no estrés, pero
cambia a ciclo CAM en respuesta a situaciones de estrés.
La
fijación del CO2 tiene
lugar, en primer término de forma transitoria, en el citosol de las células del
mesófilo, donde la enzima PEP carboxilasa lo une al ácido fosfoenolpirúvico
(PEP), de tres átomos de carbono. De esta carboxilación se obtiene, como primer
producto de fijación del CO2, un ácido dicarboxílico de cuatro
carbonos, el ácido oxalacético.
El
oxalacético es luego transformado en otro ácido de 4C que será transportado,
vía plasmodesmos, a las células de la vaina. En algunas plantas C4 esta transformación es una reducción,
que tiene lugar en los cloroplastos del mesófilo, y de la que se obtiene ácido málico; en otras se trata de una transaminación que
ocurre en el citosol y de la que se obtiene ácido
aspártico.
El
málico entra a los cloroplastos de la vaina y allí es descarboxilado a ácido pirúvico. El aspártico es reconvertido a oxalacético en
las células de la vaina, ya sea en mitocondrias (en ciertas especies) o en el
citosol (en otras plantas); el oxalacético es reducido a málico y
descarboxilado a pirúvico.
En
todos los casos la decarboxilación libera CO2 en la vaina, que puede
entrar al ciclo de Calvin al ser fijado por la enzima RuBisCO; el ácido
pirúvico que queda es transportado nuevamente al mesófilo donde, previa
fosforilación, podrá reiniciar el ciclo. El
málico entra a los cloroplastos de la vaina y allí es descarboxilado a ácido pirúvico.
El aspártico es
reconvertido a oxalacético en las células de la vaina, ya sea en
mitocondrias (en ciertas especies) o en el citosol (en otras plantas); el
oxalacético es reducido a málico y descarboxilado a pirúvico. En todos los
casos la decarboxilación libera CO2 en la vaina, que puede
entrar al ciclo de Calvin al ser fijado por la enzima RuBisCO; el ácido
pirúvico que queda es transportado nuevamente al mesófilo donde, previa
fosforilación, podrá reiniciar el ciclo.
Por tanto,
el CO2 que fija la
enzima RuBisCO y entra al ciclo de Calvin no procede directamente y entra al
ciclo de Calvin no procede directamente de la atmósfera, sino que ha sido
fijado transitoriamente en el mesófilo y vuelto a liberar en las células de la vaina.
Esta compartimentalización (fijación inicial del CO2 en el mesófilo, ciclo de Calvin en la
vaina) permite un mejor aprovechamiento del CO2 ya que:
§ La enzima PEP carboxilasa
tiene una enorme afinidad por el CO2, y por otra parte, no tiene
actividad oxigenasa, por lo que el O2 no interfiere en la fijación.
La
sigla CAM significa, en
inglés, “metabolismo ácido de las
Crasuláceas”, debido a que esta variante fotosintética se describió
inicialmente en plantas de esta familia. Actualmente se conoce un buen número
de especies CAM, pertenecientes a diversas familias de plantas crasas o
suculentas: Crassulaceae, Cactaceae, Euphorbiaceae, Aizoaceae, etc. La piña (Ananas
comosus), perteneciente a la familia Bromeliaceae, presenta este tipo de
metabolismo.
Se trata
en general de plantas originarias desérticas o subdesérticas, sometidas a
intensa iluminación, altas temperaturas y pronunciados déficit hídricos,
adaptadas a condiciones de aridez bastante extremas. En estas plantas el tejido
fotosintético es homogéneo, sin vaina diferenciada, ni tampoco clorénquima en
empalizada. Pero sus estomas muestran un peculiar comportamiento ya que, al
contrario de los de las demás plantas, se abren de noche y se cierran de día.
El
metabolismo de las plantas CAM presenta también unas reacciones previas al
ciclo de Calvin, similares a las de las plantas C4, y se verifica
asimismo una compartimentalización, pero no espacial (ya que el clorénquima es
uniforme) sino temporal: las reacciones del ciclo de Calvin ocurren de día, con
los estomas cerrados, mientras que las reacciones previas tienen lugar de noche,
con los estomas abiertos.
Durante la noche, los estomas abiertos permiten la
fijación del CO2 atmosférico
por el PEP carboxilasa en el citosol; el PEP sobre el que actúa esta enzima
procede de la degradación del almidón, acumulado en los cloroplastos durante el
día. De la carboxilación del PEP se obtiene ácido oxalacético, que luego es
reducido a málico. El ácido málico no se transporta a otras células sino que se
acumula en la vacuola de la misma célula.
Durante el día, con los estomas cerrados, el málico
sale de la vacuola y se descarboxila a pirúvico; en esta reacción se libera CO2,
que entra a los cloroplastos para iniciar allí en ciclo de Calvin. El ácido
pirúvico es transformado en PEP, que luego pasa a fosfato de triosa; las
triosas en los cloroplastos dan lugar a la síntesis y acumulación de almidón, a
partir del cual se regenerará el PEP durante la noche.
Como
la incorporación del CO2 al
ciclo de Calvin tiene lugar con los estomas cerrados, su concentración dentro
de la hoja es lo suficientemente alta como para impedir que la enzima RuBisCO
actúe como oxigenasa. De esta manera se anula la fotorrespiración en estas
plantas.
El
cierre diurno de las estomas impide las intensas pérdidas de agua por
transpiración que sufrirían estas plantas con la elevada temperatura y bajísima
humedad relativa características de las regiones áridas y desérticas de las que
son originarias. La apertura estomática y la entrada del CO2 a la hoja, en cambio, tienen lugar de
noche, cuando la temperatura es menor, la humedad es mayor y las pérdidas de
agua por transpiración son bajas.
La
fijación y reducción del carbono en las plantas CAM presenta unos
requerimientos energéticos, en términos de ATP, mayores que en las plantas C3 y C4; su rendimiento
fotosintético por unidad de tiempo es menor y su crecimiento es más lento. Como
consecuencia de la adaptación de estas plantas a sus hábitats extremos, los
mecanismos que regulan el equilibrio entre transpiración y fotosíntesis están
encaminados fuertemente hacia la minimización de las pérdidas de agua,
asegurando así la supervivencia en el medio desértico, aunque a costa de una
menor productividad.
Los fotosistemas y pigmentos fotosintéticos
Los
pigmentos fotosintéticos se hallan alojados en unas proteínas transmembranales
que forman unos conjuntos denominados fotosistemas, en los que se distinguen
dos unidades diferentes: la antena y el centro de reacción.
En la
antena, que también puede aparecer nombrada como LHC (abreviatura
del inglés Light Harvesting Complex), predominan los pigmentos
fotosintéticos sobre las proteínas. De hecho, existen entre doscientas y cuatrocientas
moléculas de pigmentos de antena de varios tipos y tan sólo dos proteínas
intermembranales. Sin embargo, la antena carece de pigmento diana.
En el
centro de reacción, mentado en algunas ocasiones como CC (abreviatura
del inglés Core Complex), las proteínas predominan sobre los
pigmentos. En el centro de reacción es donde está el pigmento diana, el primer
aceptor de electrones y el primer dador de electrones. En término generales, se
puede decir que existe una molécula de pigmento diana, unas cuantas de
pigmentos no diana, una de primer dador de electrones y una de primer aceptor.
Mientras existen entre dos y cuatro proteínas de membrana.
Fotosistema I y Fotosistema II
·
El Fotosistema I (PSI) capta la luz cuya longitud de onda es menor o igual
a 700 nm y en las plantas superiores, su antena se caracteriza por
encerrar dentro de sí una gran proporción de clorofila α, y una menor de
clorofila β. En el centro de reacción, la molécula diana es la clorofila αI que
absorbe a 700 nm, siendo llamada por ello clorofila P700. El aceptor
primario de electrones se denomina aceptor A0 y el dador
primario es la plastocianina. Sobre todo, se hallan presentes en los tilacoides
del estroma.
·
El Fotosistema II (PSII) capta luz cuya longitud de onda es menor o
igual a 680 nm.
Los pigmentos fotosintéticos y la absorción de la luz
Los
pigmentos fotosintéticos son lípidos unidos a proteínas presentes en algunas membranas plasmáticas, y que se caracterizan por
presentar alternancia de enlaces sencillos con enlaces dobles. Esto se
relaciona con su capacidad de aprovechamiento de la luz para iniciar reacciones químicas, y con poseer color propio.
En las
plantas estos pigmentos son las clorofilas y los carotenoides, en las cianobacterias y las algas rojas también existe ficocianina y ficoeritrina, y,
finalmente, en las bacterias fotosintéticas está labacterioclorofila.
La
clorofila está formada por un anillo porfirínico con un átomo de magnesio en el centro, asociado a un metanol y a un fitol (monoalcohol de compuesto de veinte carbonos). Como consecuencia, se conforma una molécula de carácter anfipático, en donde la porfirina actúa como polo hidrófilo y el fitol como polo lipófilo. Se distinguen dos variedades de clorofila: la clorofila a, que alberga un grupo metilo en el tercer carbono porfirínico y que
absorbe luz de longitud de onda cercana a 630 nm, y la clorofila b, que contiene un grupo formilo y que absorbe a
660 nm.
Los carotenoides son isoprenoides y absorben luz de 440 nm, pudiendo ser
de dos clases: los carotenos, que son de color rojo, y las xantófilas, derivados oxigenados de los nombrados anteriormente, que son de color
amarillento. Las ficocianinas y las ficoeritrinas, de color azul y rojo respectivamente,
son lípidos asociados a proteínas originando las ficobiliproteínas.
Como
los pigmentos fotosintéticos tienen enlaces covalentes sencillos que se
alternan con enlaces covalentes dobles, se favorece la existencia de electrones
libres que no pueden atribuirse a un átomo concreto.
Cuando
incide un fotón sobre un electrón de un pigmento fotosintético de antena, el electrón capta la energía del fotón y asciende a posiciones más alejadas del núcleo atómico. En el supuesto caso de
que el pigmento estuviese aislado, al descender al nivel inicial, la energía
captada se liberaría en forma de calor o de radiación de mayor longitud de onda (fluorescencia). Sin embargo, al existir diversos tipos de
pigmentos muy próximos, la energía de excitación captada por un determinado
pigmento puede ser transferida a otro al que se induce el estado de excitación.
Este
fenómeno se produce gracias a un estado de resonancia entre la molécula dadora
relajada y la aceptora. Para ello se necesita que el espectro de emisión del
primero coincida, al menos en parte, con el de absorción del segundo. Los excitones se transfieren siempre hacia los pigmentos que absorben a mayor
longitud de onda, continuando el proceso hasta alcanzar el pigmento
fotosintético diana.
Factores externos que influyen en el proceso
Los
cloroplastos son organelas formadas por una
doble membrana externa y vesículas apiladas formando estructuras llamadas grana. Cada grana está
formada por varios tilacoide
En la membrana
de los tilacoides se ubican los pigmentos fotosintéticos, que pueden captar la
energía lumínica y dar comienzo a la etapa fotodependiente.
Como ya se ha
mencionado, la clorofila y otros pigmentos se ubican en los cloroplastos,
dentro de la membrana tilacoide, en unidades llamadas fotosistemas. Cada unidad
tiene numerosas moléculas de pigmentos que se utilizan como antenas para atrapar la luz. Cuando la energía
lumínica es absorbida por uno de los pigmentos, se desprenden electrones que
rebotan en el fotosistema hasta llegar al centro de reacción, la clorofila a.
El fotosistema que reacciona primero ante la presencia de luz es el fotosistema
I.
Los
cloroplastos son organelas formadas por una doble membrana externa y vesículas
apiladas formando estructuras llamadas grana. Cada grana está
formada por varios tilacoides.
En
la membrana de los tilacoides se ubican los pigmentos fotosintéticos, que
pueden captar la energía lumínica y dar comienzo a la etapa fotodependiente.
Como
ya se ha mencionado, la clorofila y otros pigmentos se ubican en los
cloroplastos, dentro de la membrana tilacoide, en unidades llamadas fotosistemas.
Cada unidad tiene numerosas moléculas de pigmentos que se utilizan como antenas para atrapar
la luz. Cuando la energía lumínica es absorbida por uno de los pigmentos, se desprenden
electrones que rebotan en el fotosistema hasta llegar al centro de reacción, la
clorofila a. El fotosistema que reacciona primero ante la presencia de luz es
el fotosistema I.
Mediante
la comprobación experimental, los científicos han llegado a la conclusión de
que la temperatura, la concentración de determinados gases en el aire (tales como dióxido de carbono y oxígeno), la intensidad luminosa y la escasez de agua son aquellos factores que intervienen aumentando o disminuyendo el
rendimiento fotosintético de un vegetal.
·
La temperatura: cada especie se encuentra adaptada a vivir en un intervalo de
temperaturas. Dentro de él, la eficacia del proceso oscila de tal manera que
aumenta con la temperatura, como consecuencia de un aumento en la movilidad de
las moléculas, en la fase oscura, hasta llegar a una temperatura en la que se sobreviene
ladesnaturalización enzimática, y con
ello la disminución del rendimiento fotosintético.
·
La concentración de dióxido de carbono: si la intensidad luminosa es alta y constante,
el rendimiento fotosintético aumenta
en relación directa con la concentración de dióxido de carbono en el aire, hasta alcanzar un determinado valor a partir del cual el rendimiento
se estabiliza.
·
La concentración de oxígeno: cuanto mayor es la concentración de oxígeno en el aire, menor es el
rendimiento fotosintético, debido a los procesos de fotorrespiración.
·
La intensidad luminosa: cada especie se encuentra adaptada a desarrollar su vida dentro de un
intervalo de intensidad de luz, por lo que existirán especies de penumbra y
especies fotófilas. Dentro de cada intervalo, a mayor intensidad luminosa,
mayor rendimiento, hasta sobrepasar ciertos límites, en los que se sobreviene
la fotooxidación irreversible de los pigmentos fotosintéticos. Para una igual
intensidad luminosa, las plantas C4 (adaptadas a climas secos y cálidos)
manifiestan un mayor rendimiento que las plantas C3, y nunca alcanzan la saturación lumínica.
·
El tiempo de iluminación: existen especies que desenvuelven una mayor producción fotosintética cuanto mayor
sea el número de horas de luz, mientras que también hay otras que necesitan
alternar horas de iluminación con horas de oscuridad.
·
La escasez de agua: ante la falta de agua en el terreno y de vapor de agua en el aire disminuye el rendimiento
fotosintético. Esto se debe a que la planta reacciona, ante la escasez de agua,
cerrando los estomas para evitar su desecación, dificultando de este modo la penetración de dióxido de carbono.
Además, el incremento de la concentración de oxígeno interno desencadena la
fotorrespiración. Este fenómeno explica que en condiciones de ausencia de agua,
las plantas C4 sean más eficaces que las C3.
·
El color de la luz: la clorofila α y la clorofila β absorben la energía lumínica en la
región azul y roja del espectro, los carotenos y
xantofilas en la azul, las ficocianinas en la naranja y las ficoeritrinas en la
verde. Estos pigmentos traspasan la energía a las moléculas diana. La luz
monocromática menos aprovechable en los organismos que no tienen ficoeritrinas
y ficocianinas es la luz. En las cianofíceas, que si poseen estos pigmentos anteriormente
citados, la luz roja estimula la síntesis de ficocianina, mientras que la verde
favorece la síntesis de ficoeritrina. En el caso de que la longitud de onda
superase los 680 nm, no actúa el fotosistema II con la consecuente
reducción del rendimiento fotosintético al existir únicamente la fase luminosa
cíclica.
FOTOSINTESIS ANOXIGENICA O BACTERIANA
Las
bacterias únicamente son poseedoras de fotosistemas I, de manera que, al
carecer de fotosistemas II, no pueden usar al agua como dador de electrones (no
hay fotólisis del agua), y en consecuencia, no producen oxígeno al realizar la
fotosíntesis.
En función
de la molécula que emplean como dador de electrones y el lugar en el que
acumulan sus productos, es posible diferenciar tres tipos de bacterias
fotosintéticas: las sulfobacterias purpúreas, que se caracterizan por
emplear sulfuro de hidrógeno (H2S) como dador de electrones y por acumular el azufre en gránulos de
azufre en su interior; las sulfobacterias verdes, que también utilizan al
sulfuro de hidrógeno, pero a diferencia de las purpúreas no acumulan azufre en
su interior; y finalmente, las bacterias verdes carentes de azufre que usan
materia orgánica, tal como ácido láctico, como donadora de electrones.
En las
bacterias purpúreas, los fotosistemas I están presentes en la membrana
plasmática, mientras que en las bacterias verdes, estos se encuentran en la
membrana de ciertos orgánulos especiales. Los pigmentos fotosintéticos están
constituidos por las bacterioclorofilas a, b, c, d y e,
así como también por los carotenos. Por otra parte, lo más frecuente es que la
molécula diana sea la denominada P890.
Al
igual que sucede en la fotosíntesis oxigénica, existe tanto una fase
dependiente de luz como una independiente de luz, distinguiéndose en la primera
un transporte de electrones acíclico y otro cíclico. Mientras en el cíclico
únicamente se obtiene ATP, en el acíclico se reduce el NAD+ a
NADH, que posteriormente es empleado para la reducción del CO2 ,
NO3-, entre otros. El NADH también puede ser obtenido en
ausenca de luz, gracias al ATP procedente del proceso cíclico.
FOTOSINTESIS ARTIFICIAL
Actualmente,
existe un gran número de proyectos químicos destinados a la reproducción
artificial de la fotosíntesis, con la intención de poder capturar energía solar a gran escala en un
futuro no muy lejano. A pesar de que todavía no se ha conseguido sintetizar una
molécula artificial capaz de perdurar polarizada durante el tiempo
necesario para reaccionar de forma útil con otras moléculas, las perspectivas
son prometedoras y los científicos son optimistas.
Intentos de imitación de las estructura fotosintéticas
Desde
hace cuatro décadas, en el ambiente científico se ha extendido el interés por
la creación de sistemas artificiales que imiten a la fotosíntesis. Con
frecuencia, lo que se hace es reemplazar a la clorofila por una amalgama de
compuestos químicos, ya sean orgánicos o inorgánicos, que tienen la capacidad
de captar la luz. Sin embargo, se desconoce lo que se debe de hacer con los
electrones liberados en el proceso fotosintético.
En el
año 1981 fue fabricado el primer cloroplasto de carácter artificial, que
se encontraba constituido por una mezcla de compuestos orgánicos sintéticos
relacionados con la clorofila y que, al iluminarse, tenía la capacidad de
llevar a cabo la reacción de fotólisis del agua, generando hidrógeno y oxígeno
en estado gas.
El
tamaño físico del cloroplasto artificial era mucho mayor en comparación con el
de los cloroplastos naturales, y además, su eficacia de conversión de energía
lumínica en química era notablemente inferior. Este primer experimento fue todo
un hito y supuso el primer paso hacia la construcción de un dispositivo
fotosintético obtenido artificialmente que funcionara.
En
1998, el equipo de Thomas Moore, profesor de química del Centro de Bioenergía y Fotosíntesis de la Universidad
Estatal de Arizona, decidió incorporar al cloroplasto artificial desarrollado años antes,
una vesícula rodeada de una
cubierta parecida a las membranas de los cloroplastos naturales. En ella se
hallaban las clorofilas tratadas sintéticamente, junto con otros compuestos que
se añadieron con la intención de generar una acumulación de iones H+ en
la parte interna de la membrana.
Pero
el hecho más destacable del experimento fue la incorporación de la enzima ATP-sintetasa, principal responsable del aprovechamiento del
desequilibrio en la concentración de H+ para
producir ATP. Con estas modificaciones, Moore consiguió un comportamiento
similar al de los cloroplastos reales, sintetizando ATP a partir de energía
solar, pero con un número más reducido de componentes que la cadena
fotosintética natural. Tal fue la repercusión del experimento, que en la
actualidad se continúan explorando sus aplicaciones prácticas.
En
1999, científicos norteamericanos unieron químicamente cuatro moléculas de
clorofila, dando lugar a una cadena por la que podían circular los electrones y
en cuyo remate, se encontraba una bola de fullereno C60. Tras incidir la luz en el sistema, los electrones
emitidos eran trasportados hasta la bola de buckminsterfullereno que se quedaba
cargada eléctricamente y mantenía estable su carga. Pero el principal defecto
de este imaginativo proyecto es que los científicos que lo lideraban
desconocían la posible aplicación del fullereno cargado que se había obtenido
por medio del proceso mencionado.
Célula de Grätzel
Las
células de Grätzel son dispositivos fotovoltaicos de dióxido de titanio nanoestructurado sensitivizado con colorante, cuyos mecanismos
para la transferencia electrónica se caracterizan por ser parecidos a los que
se producen en la planta durante el proceso fotosintético. De hecho, el
colorante, que puede ser de naturaleza sintética o natural, permite el empleo
de la clorofila para este tipo de dispositivos.
A
pesar de que ya en 1972, el alemán Helmunt Tributsch había creado células
solares fotoelectroquímicas sensitivizadas con colorante, con capacidad para
producir electricidad, usando electrodos densos convencionales. Los desarrollos
con electrodos de óxidos sensibilizados generaron eficiencias próximas a 2,5%
limitadas por la reducida superficie fotoactiva de estos electrodos.
La
principal traba de este proyecto es su eficiencia, que se sitúa en torno al 11% en un laboratorio, pero si se extrapola a
un nivel industrial disminuye de forma notoria. Es por ello por lo que
investigadores de todo el mundo (algunos ejemplos son el grupo de trabajo
encabezado por el Michael Grätzel en Lausanne o los científicos de la Universidad Pablo de Olavide) trabajan para incrementar
la eficiencia, así como para descubrir configuraciones alternativas y más
prácticas.
A
pesar de que su introducción en el mercado es todavía muy limitada, ya existen
empresas como la australiana Sustainable Technologies International que en
el año 2001, y tras un programa de desarrollo que alcanzó el coste de doce
millones de dólares, implantó de forma pionera una planta de producción a gran
escala de células solares de titanio sensitivizado.
Disoluciones homogéneas
El 31
de agosto del 2001 se publicó la revista Science, un artículo en el que se recogía el resultado de
un experimento realizado por unos investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets, consistente en obtener
hidrógeno por medio de disoluciones de ácido clorhídrico, usando como
catalizador un compuesto orgánico de naturaleza sintética contenedor de átomos
de rodio como centro activo.
El
hecho de que la regeneración del catalizador de rodio no sea perfecta, obliga a
tener que reabastecerlo cada cierto período para mantener la reacción, por lo
que en la actualidad se sigue investigando para obtener el catalizador que
mejor se adecue.
Propiedades medicinales de la clorofila
El consumo de clorofila para el ser
humano es de suma importante por sus propiedades anticancerígenas, antibacterianas,
antioxidantes y energizantes.
La clorofila ayuda a oxigenar la
sangre y, por ende desintoxicar nuestro organismo. Asimismo, la clorofila ayuda
al sistema digestivo para desintegrar los cálculos de oxalato cálcico con el
fin de eliminar el exceso de ácido y es un efectivo antinflamatorio.
La clorofila ayuda a reducir los altos
niveles de colesterol y triglicéridos, así como, fortalece el sistema
inmunológico. No obstante, combate el mal aliento producido por el tabaco,
alcohol y otros alimentos.
Para poder disfrutar de todos los
beneficios que proporciona la clorofila se debe de consumir la misma, a través
de la ingesta de vegetales como: lechuga, espinaca, acelga, berro, entre otros;
bebidas verdes lo que se conoce como green drinks y, consumirla como
suplemento, en las tiendas naturistas ofrecen clorofila líquida.
Propiedades medicinales de la clorofila
El consumo de clorofila para el ser
humano es de suma importante por sus propiedades anticancerígenas,
antibacterianas, antioxidantes y energizantes.
La clorofila ayuda a oxigenar la sangre
y, por ende desintoxicar nuestro organismo. Asimismo, la clorofila ayuda al
sistema digestivo para desintegrar los cálculos de oxalato cálcico con el fin
de eliminar el exceso de ácido y es un efectivo antinflamatorio.
La clorofila ayuda a reducir los altos
niveles de colesterol y triglicéridos, así como, fortalece el sistema
inmunológico. No obstante, combate el mal aliento producido por el tabaco,
alcohol y otros alimentos.
Para poder disfrutar de todos los
beneficios que proporciona la clorofila se debe de consumir la misma, a través
de la ingesta de vegetales como: lechuga, espinaca, acelga, berro, entre otros;
bebidas verdes lo que se conoce como green drinks y, consumirla como
suplemento, en las tiendas naturistas ofrecen clorofila líquida.
interensante informacion....
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